En el territorio Mara-Mao un hombre moldea el mundo a través de sus sueños.



lunes, 23 de marzo de 2015

Balance dentro del LPAFilm Canarias

Pasado el vendaval emocional personal que siempre supone presentar una obra en el marco de un festival, cabe hacer un ligero balance.

Parte técnica: esto ya es un viejo cuento, pero el festival sigue sin cuidar demasiado la calidad de la proyección en cuanto a la imagen dentro de la sección de Canarias. Sé de lo que hablo, tengo el ojo educado en estas cuestiones. En una de las sedes de proyecciones al aire libre del festival, tenían alquilado un excelso proyector Christie de una luminosidad y resolución que quitan el hipo. No así en la sala donde se proyectaban las obras dentro del LPAFilm Canarias. Una pena. El motivo, como siempre, el presupuestario. El técnico de proyección hizo lo que pudo y más para obtener la mayor calidad posible del aparato disponible, o para no degradar en exceso la calidad de las copias de proyección dispuestas por cada autor o productor. El ojo del espectador al final lo aguanta casi todo, pero el de los autores de las obras entran en un indeseado bucle de intranquilidad y desasosiego. Si te trabajas una imagen es para que luzca con la mayor calidad posible. Ser canario en Canarias sigue siendo un peso del que cuesta rebajar gramos.

Parte humana: las proyecciones de los tres bloques de cortometrajes de la sección ya reseñada, tuvieron una gran afluencia de espectadores, cosa lógica porque arrastran, además de a público interesado, a familiares, amigos y componentes de los respectivos equipos de producción. No se puede decir lo mismo en la parte de largometrajes, al menos no con todas las obras proyectadas, como fue el caso de "Los sueños al viento", con poco tirón entre el público festivalero y casi nulo entre los propios cineastas canarios, seleccionados o no seleccionados. Aquí puedo hacer autocrítica, porque no me prodigo nada en redes sociales ni soy buen vendedor de mí mismo, y ya sabemos de la importancia que parece tener el marketing bien hecho, en uno mismo y en los trabajos que se pretenden dar a conocer. No obstante, tampoco estuvo la sala vacía, pero faltaba esa emoción y expectación festivalera de la sala llena o casi llena. Pero como de bien nacido es ser agradecido, damos las gracias a los que sí asistieron como valientes, conocidos y no conocidos por uno, un lunes a las 19:15 h.
La película no sé si gustó mucho, poco o regulín, porque uno nunca sabe si los comentarios favorables que te llegan son absolutamente sinceros, salvo aquellas expresiones tan tan emocionadas, o claras y contundentes (en un sentido o en otro) que no dejan lugar a dudas. A mí me gustó ver proyectada en pantalla grande las imágenes de "Los sueños al viento", pero no estoy tan seguro de las capacidades narrativas o expresivas de lo que se exponía, no tengo objetividad sobre el asunto.
Ahora toca seguir; cada obra, si uno cree algo en ella y le guarda algo de cariño, merece ser movida lo más posible en busca de su expresión. Otra cosa son los resultados, pero mover hay que mover.

Off: de resto, creo que fue una buena edición de festival en cuanto a cine, con películas arriesgadas en la sección oficial, intercaladas entre otras más convencionales. También en las secciones paralelas se vieron trabajos de calado fino, aunque no para todos los gustos. Me quedo, de lo poco que vi, con las dos películas marcianas y difíciles de Raúl Perrone, "Fávula" y "Ragazzi", que sí son cine aunque algunos se empeñen en decir que esto no es cine, "La creazione di significato" de Simone Rapisarda (film ganador, sensible, hermoso y profundo en su simplicidad), "The postman's white nights" de Andrei Konchalovsky (segundo ganador, formalmente académica y con momentos intensamente hermosos), "Still the water" (maravillosa Naomi Kawase, la cineasta de las sensaciones y emociones a flor de piel), "Horse money" (críptico y profundo Pedro Costa, que logró vaciar la sala, casi al mismo nivel o peor que Perrone), y como no, dentro del LPAFilm Canarias, con "Marina" (Haliam Pérez), "Moscú" (Rafael Navarro) y "Barrios orquestados" (Amaury Santana), y también con algunos cortos de los 16 proyectados: así a voleo recuerdo "Melodrama", "Hombre que hace que duerme", "Sacristán", aunque en verdad creo que casi todos los trabajos seleccionados me gustaron, cada uno con su valor. Me quedé con las ganas de ver "Las altas presiones", "Le paradis", "A pigeon sat on a branch reflecting on existence", "P'tit Quinquin", "la Sapienza" y alguna más. No se puede estar en todos lados. Y no tuve tiempo para mucho más, ni siquiera para beber un par de birras o para comer como Dios manda. También había que vivir fuera del Festival, y sentir soledades, alegrías y tristezas, relacionadas y no relacionadas.


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